La vida en un pueblo de Sierra Nevada

Resumen de la conferencia impartida por

Jean-Christian Spahni el 25 de abril de 1959

 

(Traducción del original en francés: Jorge García)

 

Tras realizar interesantes descubrimientos prehistóricos, Jean-Christian Spahni ha llevado a cabo investigaciones etnográficas y musicales en Andalucía durante cinco años. Colaborador discontinuo del Museo de Etnografía, que le encargó varios trabajos sobre la región, el señor Spahni habló de «sus andaluces», desconocidos para los turistas. Son montañeses pobres, de gran corazón y con más  humanidad que riquezas, que han mantenido sus cualidades esenciales sin corromper por las ideas modernas.

El folclore está vivo. Las canciones se improvisan continuamente. La obra es musical y el demonio del baile se apodera de repente del grupo, que no parará hasta caer rendido por el ritmo lento de las muchachas y los saltos suaves y flexibles de los bailarines. Los músicos tocan de oído y los espectadores corean versos, a menudo improvisados y llenos de ingenio.

El duro clima de Sierra Nevada influye en la construcción de casas aferradas a las peñas. La vida económica se basa en la agricultura. En estas alturas el agua es abundante hasta permitir la maderada (transporte de troncos en flotación). Sin embargo los torrentes se canalizan para distribuir el agua por el terreno aterrazado hasta el mismo pie de la montaña, siguiendo métodos técnicos y de distribución que recuerdan el Valais [cantón alpino suizo] o el Nepal. La decencia de estos montañeses es alta y se siguen utilizando las medidas de antaño a costa del sistema métrico.

El arado es primitivo y la hoz, manejada como en un  ballet,  se utiliza solamente en la cosecha. Se proyectaron cuatro excelentes películas a color, que se pueden calificar como modelos de cine etnográfico. Constituyen una monografía de la vida local con todas sus actividades: labrar, cosechar, aventar, transporte, alfarería, trenzar el esparto, tejer, construcción de la vivienda, juegos infantiles, el mercado de los domingos, el baile o la recolección de hortalizas. ¡Qué expresión en el sinfín de manos trenzando, modelando y marcando el compás!

La precisión de las notas cinematográficas es perfecta. La investigación coloca a su autor entre los mejores observadores de campo. Hacer etnografía en Europa es un asunto delicado para el que se necesita tacto y discreción. Hace falta ganarse la confianza de los sujetos de la investigación, que deben comprender por qué un extraño se interesa por sus vidas, trabajos o diversiones, y trata de conocer algo de sus creencias en brujerías, que permanecen vivas a pesar de mantener una fe sólida. Es lo que muestra, con precisión y amenidad, este reportaje sin trucos sobre una zona de España que se ha mantenido ajena a la tecnificación.

G. L.